Mitsuha Vol. 01 – Cap. 01

Mitsuha Vol. 01 – Cap. 01

Traducción: Suyen
Corrección: Ganzito


Capítulo 1: Mitsuha viaja a otro mundo


La chica se encontraba en lo alto de un acantilado, sus manos descansaban en la barandilla de madera desgastada que la separaba de las profundidades. Su mirada se posó sobre el horizonte distante. Oh, pero no te preocupes—el suicidio era en lo último en que pensaba.
Su nombre era Mitsuha Yamano. Su lacio cabello negro corto hasta los hombros enmarcaba una juvenil cara sin una pizca de maquillaje. Alcanzando el metro y medio, la chica de 18 años era usualmente confundida con una niña de secundaria o, por si fuera poco, de primaria.
Hace seis meses, Mitsuha perdió a su querida familia —su madre, padre y hermano mayor— por un extraño accidente, dejándola sin ningún pariente cercano. Ella tenía algunos lejanos, claro, pero las veces que se habían visto se podían contar con los dedos de una mano, y parecía que no volverían a verse jamás.
Después del funeral y otros asuntos relevantes, Mitsuha recibió una fuerte cantidad de dinero por parte de la herencia y el seguro, y claro que los enemigos no escasearon luego de ello. Un particularmente tío avaro y su esposa buscaron arrebatarle el dinero con palabras crueles e intimidación. Incluso unos cuantos indeseables de la escuela de Mitsuha holgazaneaban afuera de su casa tratando de sacarle lo que pudieran. En el momento en que Mitsuha pudo ahuyentar a todos los que perseguían su billetera, su carga mental la llevó a fallar en el examen de admisión de la universidad.
Perder a su familia ya era lo suficientemente malo, pero el hermano de Mitsuha —dos años mayor que ella— había sido su ídolo, así que su pérdida le afectó más. El dolor, el estrés que conllevaron las secuelas y el profundo abatimiento que le siguieron le dificultaron demasiado el concentrarse en sus estudios. Al menos por ahora se había recuperado casi por completo del dolor de haber reprobado sus exámenes.
Anhelando un cambio de ritmo, ella decidió visitar un destino turístico local.
En realidad, llamarlo así había sido bastante generoso —el “mirador”, como se conocía, no era más que la punta de una costa rocosa. Tenía una noción de modestas conveniencias, con esas barandillas de madera desgastadas, binoculares de monedas, y baños públicos decorando el área. Pero Mitsuha no necesitaba nada más. Todo lo que quería era mirar al océano y disfrutar de su tranquilidad.
En ese poco remarcable día de la semana, los únicos otros visitantes eran una pareja universitaria, un viejo matrimonio y un trío de matones cabezas huecas cuya inteligencia rivalizaba con la de las rocas de abajo. Mitsuha, por otro lado, tenía el potencial como para matricularse en cualquiera de las incontables universidades del país. Desafortunadamente, sólo había una cerca de la casa que sus padres le dejaron y sus requisitos de entrada eran demasiado exigentes. Quizás ella habría sido capaz de matricularse si hubiera estado en condiciones de dar lo mejor de sí, pero esto había probado ser demasiado para ella en su terrible estado.
Anteriormente, Mitsuha no tenía problemas en ir a una universidad lejos de casa, pero ahora que estaba sola, ella no quería dejar la casa de sus padres. Ellos la construyeron desde los cimientos, y con la ausencia de los miembros de su familia, las memorias que dejaron atrás se habían vuelto muy preciadas como para dejarlas ir. Fue este apego lo que llevó a Mitsuha a solamente tomar los exámenes de admisión de la universidad local.
Cielos… ¿Qué voy a hacer ahora? Mitsuha meditó acerca de si debería intentar presentar los exámenes el próximo año o concentrarse en asegurar un ingreso constante en su lugar. La hipoteca restante de la casa Yamano había sido pagada cuando su padre murió, y el seguro de vida de sus padres había sido bastante generoso. De todas formas, aprovecharía bien los cuatro años de los mejores y más caros colegios que se le habían dado.
Por esta razón, Mitsuha sopesó la opción de simplemente unirse al mundo laboral. Aunque no podría ganar tanto dinero como si tuviera un título universitario, ni siquiera había compañías a los alrededores que fueran tan generosas para empezar. Además, un título difícilmente aseguraba un trabajo bien pagado actualmente y menos siendo tan joven.
Mitsuha también consideró la posibilidad de casarse y tener hijos en el futuro. Habría sido difícil hacer malabares entre una familia y un trabajo de tiempo completo; la deuda universitaria sólo habría empeorado las cosas. De entre todas las opciones, la universidad no parecía encajar con lo demás, la opción más viable era comenzar a trabajar y ahorrar.
No es como si tuviera un trabajo soñado o algo pensó mirando al hermoso océano.
“Pero mira nada más, ¿A quién tenemos aquí? ¿Saltándose clases, señorita?” Una voz aceitosa proveniente de atrás interrumpió sus pensamientos. Mitsuha volteó y se encontró a sí misma arrinconada por tres siniestras sonrisas. El delincuente que había hablado tenía el cabello decolorado y parecía tener alrededor de veinte años. “¿Quieres salir con nosotros? Pasaremos un buen tiempo, te llevaremos a un lugar agradable, te conseguiremos algo para comer… ¿Y luego vemos hacia dónde nos lleva?”
Aquí vamos de nuevo. Obviamente piensan que soy una niña que se está saltando las clases, pensó Mitsuha totalmente aburrida. Mientras que muchas mujeres disfrutaban verse más jóvenes de lo que realmente eran, Mitsuha era una adulta, por lo que no encontraba divertido que la tratasen como una colegiala. Pero si revelaba que en realidad tenía dieciocho años, eso los animaría aún más, así que decidió guardar este hecho para sí misma.
¿Pero en serio importaba? Los hombres frente a ella estaban acosando a una chica que ellos asumían era una estudiante de secundaria; quizás no les habría importado para nada saber su edad. Aunque la opinión de Mitsuha acerca de estos mujeriegos era baja desde el principio, ella no quería aceptar la amarga verdad: ellos en realidad irían tras una estudiante de primaria.
A pesar de todo, ellos no eran gente con la que quisiera tratar, pero escapar habría sido difícil. Los tres delincuentes lascivos bloqueaban el camino, y detrás de ella sólo podía saltar hacia su muerte. Atrapada contra la valla de madera, no había ninguna solución que ella pudiera ingeniar.
Con su mejor voz de chica joven, ella habló, “Disculpe, señor… No puedo ir con usted, ¡Mamá y Papá vendrán a recogerme!”
Mitsuha esperaba que su actuación los convenciera de que realmente era sólo una niña esperando a sus padres —un objetivo muy bajo para estos matones.
En cambio, el rubio escaneó el perímetro para confirmar la ausencia de sus padres y se acercó, la tomó por el brazo y gruñó “¡Sólo ven con nosotros!” Sus compañeros también avanzaron, sumiendo a Mitsuha en pánico. Ella miró alrededor, desesperada por encontrar algún transeúnte que pudiera ayudarla, pero todos los que pasaban hacían un valiente esfuerzo por no ver nada.
Cómo lo imaginé, nadie quiere ser un héroe. Supongo que no tengo elección. ¡Me encargaré de ellos yo misma!
A pesar de su cuerpo diminuto y su aspecto angelical, la inteligencia y fuerza física de Mitsuha no debían ser subestimadas. Pero por sobre todo, Mitsuha tenía agallas. Fue esta cualidad la que le permitió proteger su herencia de aquellos que buscaban hacerse con ella.
Su cuerpo se movió sin pensarlo, pateando directamente la entrepierna del chico rubio. Él cayó sobre sus rodillas sin más, retorciéndose de dolor. Espuma se asomaba de las comisuras de sus labios y rápidamente colapsó, yaciendo inmóvil entre sus camaradas.
“¡¿QUÉ DIABLOS CREES QUE HACES, PERRA?!” La frase de manual de gangster brotó de uno de los delincuentes restantes, y con rabia, empujó a Mitsuha con toda su fuerza.
“¡Eek…!” Ella jadeó en cuanto su espalda hizo contacto con la barandilla y un ominoso crujido llegó a sus oídos. Lo siguiente que supo fue que se encontraba en el aire, a merced de la gravedad.
¡¿Eeeehhh?!
“¡AAAAAAAAHHHHHHHH!”
¡Cayendo! ¡Estoy cayendo! ¡ESTOY CAYENDO! ¡ESTOY CAYEEENNNDOOO! ¡No quiero morir! ¡No quiero morir! ¡NO QUIERO MORIR!
En cuanto perdió la conciencia, Mitsuha escuchó algo tronar, acompañado de un grito que no era suyo.
“¿Dónde estoy?” Mitsuha miró a su alrededor.
Corteza, hojas, pasto, muchos árboles… Sip, estoy en un bosque. Espera, ¡Un momento! ¡Caí de un acantilado, eso es seguro! Al fondo sólo había olas y rocas, ¡¿Verdad?! pensó desconcertada. Pero tampoco era como si se estuviera quejando. Despertar en un bosque random no es genial, eso es seguro. ¡Pero es mucho mejor que volverse una mancha roja en unas rocas!

 

 

Con aquellos pensamientos en su cabeza, Mitsuha se levantó con aires reflexivos y revisó su condición física. Si, “reflexivos”. Ya sea por costumbre o adaptación, Mitsuha ha sido así desde hace más tiempo del que puede recordar. En la mayoría de las situaciones, ella actúa primero y piensa después. No creía que fuera algo del todo normal, pero sus intentos por cambiar su condición no han sido fructíferos.
Imagina, por un momento, que hay una pelota volando hacia ti. Generalmente tienes dos opciones: esquivar o atrapar. No desperdiciamos tiempo pensando Oh, mira, ahí viene una pelota. ¿Qué debería hacer? ¿La atrapo? ¿La esquivo? ¿A la izquierda? ¿Quizás a la derecha?
Por otro lado, nunca reflexionarías mucho sobre hacer una compra. Desde el punto de vista de Mitsuha, el tiempo era un lujo que permitía cuidadosamente pensar en una estrategia. En un apuro, no contarías con nada más que tu intuición para procesar la información disponible y escoger el mejor curso de acción. En sus propias palabras, los reflejos eran la primera mejor estimulación de movimiento. Estos reflejos generalmente estarían limitados a movimientos físicos básicos, pero en su caso, esto parecía aplicar en un amplio abanico de acciones, aunque ella aún no sabía el porqué.
Un amigo una vez le dijo a Mitsuha “Tú sólo piensas en porqué haces las cosas luego de que las haces, ¿No?” Esto llevó a nuestra querida protagonista a recibir el nombre de “Spex”, abreviación de “Spinal Reflex”.
Si quitas una letra se vuelve algo pervertido, ¡Maldita sea!
Si uno lo consideraba, las decisiones precipitadas y aquellas que eran producto del pensamiento crítico no parecían tan diferentes. Tal vez todos los humanos tenían la capacidad de pensar y tomar decisiones en un instante pero estaban programados para un proceso de pensamiento más exhaustivo para entender por qué lo pensaron.
Ah, pero nos salimos de la tangente. Tomemos el control y volvamos a lo que realmente importa, ¿Si?
Okay, no estoy lastimada. Todo parece bastante en orden. Tengo mi cartera, las llaves de mi casa… ¡¿Dónde está mi credencial estudiantil que he estado portando durante tres años seguidos?! Oh, cierto. Me gradué. Mitsuha también revisó el largo bolso de hombro que cayó junto con ella y comprobó que aún contenía su paraguas, pañuelos y bolsa de plástico para supermercado. Esto último era, según ella, un objeto invaluable.
Después de asegurarse de que tenía todas sus extremidades y pertenencias en su lugar, Mitsuha revisó sus alrededores. El bosque era relativamente denso, y el área en el que había aterrizado no había revelado ningún signo de actividad humana. No podía ver ninguna huella o detectar a alguna persona en las cercanías.
Supongo que caminaré, pensó ya caminando.

Dos horas pasaron y Mitsuha se sentía exhausta. Unos escasos rayos de sol se filtraban a través de la copa de los árboles, apenas lo suficiente como para iluminar su camino. Sin saber hacia dónde iba, todo lo que Mitsuha podía hacer era caminar adelante, esquivando los árboles y rocas en el camino. Sentía que estaba caminando en círculos, así que comenzó a marcar algunos de los objetos que pasaba. Cuando no volvió a encontrarlos, lo interpretó como una buena señal.
Tengo que salir de aquí antes de que oscurezca. ¿Quién sabe qué tipo de depredadores viven en estos bosques? Supongo que podría dormir en un árbol si tuviera que, pero ya puedo imaginarme a mí misma rodando y cayendo del mismo. También tengo que encontrar agua… ¿Habrá algún arroyo o algo cerca? Alguna fruta podría funcionar también.
“Hombre, estoy cansada.” Mitsuha había estado caminando durante cuatro horas. Todo ese tiempo no habría sido tan agotador en un camino apropiado hecho por el hombre, pero lamentablemente ella estaba caminando a través de la maleza del bosque. Sus músculos se tensaban al moverse y sus pies palpitaban. El sol también comenzaba a ocultarse, así que decidió escalar al primer árbol decente que encontró y pasar ahí la noche.
Claro, probablemente no dormiré muy bien, pero caminar por aquí de noche es un suicidio. Mi cuerpo no lo logrará, no puedo ver nada en la oscuridad, y sería un dulce postrecillo para cualquier cazador nocturno cazando por aquí…

Mitsuha exhalaba con cansancio. Retomó su caminata al amanecer, tres horas después. No había pegado ojo en toda la noche. No sólo porque estaba aterrada de caerse del árbol que había elegido, sino porque no poseía ninguna sábana o algo que ayudase de alguna manera a acolchar las duras y nudosas ramas.
“¡Ah!” Soltó un chillido agudo al escuchar el desagradable sonido de su tobillo izquierdo. Su cuerpo fatigado y somnolencia la tenían distraída, así que pisó mal y su tobillo se torció con algunas raíces.
Maldición, eso duele.
Ella continuó de todas formas; no tenía otra opción. Quedarse en aquel lugar no habría mejorado su situación, y no era como si fuera a recuperar su salud milagrosamente si descansaba. No, ella quería forzarse a sí misma a seguir caminando hasta encontrar un asentamiento o al menos un trayecto hecho por el hombre. No era la mejor decisión para su pierna, pero era mejor que la muerte.

Pasaron unas cuantas horas más. Mitsuha no se topó con ningún alimento o agua para saciar su hambre o sed, y el dolor de su tobillo izquierdo sólo se volvía más intenso. Había pasado tanto tiempo pensando en su situación que se había hartado de ello. Después de todo, tenía todo el tiempo del mundo.
El día anterior había estado inconsciente por alrededor de veinte minutos, quizás media hora. Había revisado el tiempo en su reloj de muñeca en el momento en que se despertó. Lo peculiar de este hecho fue que desde la cima en la que Mitsuha había estado, no se veía un bosque tan grande como para haber permanecido tanto tiempo en él. Además, Mitsuha se había caído de un acantilado, así que era improbable para ella haber salido ilesa. Esto la llevó a tres posibles conclusiones:
La primera: Morí y esto es lo que sigue después.
La segunda: Estoy en algún hospital, en coma, y todo esto es un sueño.
La tercera: Los aliens me abdujeron y me llevaron muy, muy lejos… ¡Oye, también me gusta la ciencia ficción, sabes!
Después de un breve momento de contemplación, ella pensó ¡M-me gustaría que fuera la tercera! ¡No soy fan de las otras dos!
Dejando de lado el misterio de su llegada, Mitsuha reafirmó su deseo de encontrar civilización. Si descubría que seguía en Japón, buscaría a la policía; si no, iría a la embajada japonesa más cercana.

Para su tercer día en el bosque, Mitsuha estaba muy, muy cansada. Había despertado por la tarde del primer día, y ahora seguía siendo de mañana, así que sólo había pasado un día y medio. Desesperada y privada de alimento y agua, ella hizo una apuesta y comió algunas hojas de las plantas. Podía tolerar el hambre, pero la sed la estaba venciendo. En este punto, sentía que la muerte no estaba muy lejos.
Hombre, tenía que haber descansado más que ayer. Estoy tambaleándome tanto que siento que estoy tropezando con cada piedra o raíz. Mis brazos y piernas están cubiertas de rasguños y el dolor de mi tobillo me está volviendo loca. Se siente como si se expandiera por todo mi cuerpo. A pesar de todo, ella reunió toda su fuerza de voluntad y continuó moviéndose. Si no lo hacía, moriría.
Finalmente, cuando su noción del tiempo se perdió y su conciencia se oscurecía cada vez más, se topó con un sendero. Era lo suficientemente ancho para una persona, así que casi dudó que hubiese sido formado por pies humanos.
Por favor no me digas que son rastros de animales, te lo ruego… El descubrimiento la hizo relajarse tan rápido que, después de tres días de constante movimiento, sus piernas dieron su último esfuerzo. Colapsó en el suelo e instantáneamente quedó inconsciente.

“No reconozco este techo” murmuró Mitsuha. A pesar de su confusión, una pequeña parte de ella estaba exaltada de ser capaz de pronunciar una de las treinta líneas que ella siempre había querido decir.
Dejame pensar… Si para este punto no estoy totalmente loca, pasé días deambulando por un bosque que no debería de haber estado ahí para empezar, y luego me desvanecí tan pronto como encontré un sendero. Ahora estoy en la cama de un extraño, observando un techo que nunca había visto.
Después de poner en orden sus—bizarros como eran—pensamientos, miró a su alrededor. Estaba en la habitación de una acogedora cabaña decorada con muebles raídos. Pese a la humilde habitación, todo parecía limpio y en orden.
¿Alguien me salvó? Se preguntó. Su mente seguía abrumada, pero estaba segura de su necesidad más fuerte e inmediata—sustento.
“¡Agua! ¿Puede alguien darme comida y aguaaa?”
Justo después de haber levantado su voz, Mitsuha escuchó pasos apresurados acercarse al otro lado de la puerta. La puerta se abrió en un balanceo, revelando a una chica. No parecía tener más de diez años, con brillantes ojos azules y con un brillante cabello plateado. Su vestido, aunque liso, no disminuía su adorable semblante. Se iluminó con una sonrisa y gritó en un idioma que Mitsuha no pudo entender.
Hermano, tengo el presentimiento de que ya no estamos en Japón, pensó Mitsuha. Tampoco parece que estemos en la anglosfera. Quizás fallé en los exámenes de admisión a la universidad, ¡Y qué! Aún puedo decir cuando alguien habla inglés, así como un par más de otros idiomas. Mientras la chica gritaba, Mitsuha rápidamente descartó el Japonés, Inglés, Chino, Coreano, Alemán, Francés e Italiano. La exótica apariencia de la chica parecía ser la única pista que ella tenía, y así podía decir que no era de ningún lugar en Asia.
Primero que nada, había asuntos más apremiantes que atender: Mitsuha estaba muerta de hambre, y su garganta estaba tan seca que difícilmente podría hablar. Primero se haría cargo de sus responsabilidades, luego vendría la comunicación. Después de hacer gestos para que la chica dejara de hablar, hizo mímica para expresar lo que quería. Ahuecó sus manos, pretendiendo beber de ellas, y apuntó hacia su boca mientras se frotaba el estómago.
Bien, eso debería ser suficiente. ¡Incluso un mono captaría el mensaje! Um… Quizás no debería de hacer esas comparaciones tomando en cuenta que esta chica probablemente me salvó la vida.
Aun sonriendo, la chica pronunció unas cuantas palabras en respuesta, luego se giró y dejó la habitación. ¡Si! ¡Me entendió! Espero…
Pero Mitsuha no tenía de qué preocuparse. Después de unos cuantos minutos, la chica volvió con una mujer que Mitsuha asumió era su madre, tomando como referencia las características similares. Trajeron una jarra con agua y dos copas, una vacía y la otra llena con alguna especie de papilla. Con un apresurado gesto de agradecimiento, Mitsuha bebió el agua de golpe.
“¡Uff! ¡Me siento viva de nuevo!” Suspiró con alivio, luego se giró hacia sus anfitriones e inclinó la cabeza. “Muchas gracias por salvarme.” Aunque quizás no entenderían sus palabras, Mitsuha sintió que su lenguaje corporal era suficiente para expresar su gratitud. La madre de la chica pareció en shock por un momento, quizás por la lengua extranjera, pero su rostro se iluminó con una cálida sonrisa.
Bien, fuera agradecimientos… ¡Es hora de comer! Mitsuha tomó la comida. A decir verdad, parecía una papilla de pedacitos de pan sumergidos y diluidos en leche hervida. Mientras que la comida era simple, también era nutritiva y fácil de digerir, lo cual era precisamente lo que Mitsuha necesitaba. A juzgar por la temperatura y cuán rápido se la habían llevado, era claro que la habían preparado para cuando despertara.
¡Qué buenos samaritanos! Tengo que agradecerles apropiadamente cuando vuelva. ¡Me salvaron la vida! Decidió Mitsuha mientras comía.
Una vez alimentada, la somnolencia se apoderó de ella. Su desmayo anterior y subsecuente inconsciencia estaban bastante alejados de un buen descanso. Alimentada y relajada, cerró los ojos y una vez más se dejó llevar en el sueño que merecía.

“Reconozco este techo” murmuró Mitsuha. Por supuesto; era el mismo techo granulado que había visto la última vez que había despertado. La diferencia entre antes y ahora es que se sentía refrescada.
Simplemente debo ignorar estas cortadas que tengo por doquier, mi tobillo torcido y mis muslos y pantorrillas agarrotados. No es la gran cosa. Ahora, ¿Cómo puedo sobrellevar esta situación? Se preguntó.
Mitsuha se había encontrado a sí misma en un crudo edificio adyacente al bosque masivo que había atravesado. Inicialmente había asumido que se trataba de alguna especie de refugio en las montañas, pero parecía ser una casa estándar para el área. Esto la llevó a concluir que estaba en un pueblo muy rural.
Parece que tengo que ir a una ciudad más grande para contactar a la embajada. Seguramente tendrán teléfonos ahí.
Mientras reflexionaba acerca de sus pensamientos, la puerta se abrió y la niña de cabello plateado de antes entró. Probablemente vino a revisarme porque me escuchó despertar. ¡Esta pequeña ninfa del bosque tiene sentidos agudos! Al ver a Mitsuha despierta, la chica sonrió, corrió hacia la cama, y trepó por ella. Su cabeza plateada salió disparada directo al estómago de Mitsuha.
“¡UUUGH! ¡ME RINDO! ¡TÍO, TÍO!” Mitsuha luchó para liberarse del abrazo de oso que siguió, lo cual estuvo peligrosamente cerca de romper su pequeño cuerpo. “¡MI ESPINA! ¡VAS A ROMPER MI ESPIIINAAA!” Después de un par de golpecitos en el hombro, la chica liberó a Mitsuha de su agarre. Mientras que Mitsuha cayó de vuelta a la cama retorciéndose de dolor, su agresora inclinó su cabeza con confusión.
Así que se trataba simplemente de una muestra de afecto o un saludo local, probablemente. Y si fue así de intenso viniendo de una pequeña munchkin,[1] ¡Un adulto probablemente me trituraría! Mitsuha hizo una nota mental de esquivarlos si se sentía en peligro.
Después de recuperarse de ese abrazo casi letal, se sentó en la cama con la niña y ambas comenzaron a comunicarse. Las palabras probaron no dar frutos, por supuesto, pero con el tiempo suficiente, Mitsuha sintió que podría conseguir la información que buscaba con meros gestos y expresiones. Resultaba ser que esa niña había sido quien había encontrado a Mitsuha luego de que se desmayó en el camino, y llamó a sus padres para llevarla adentro.
La chica le mostró la casa a Mitsuha, la cual resultaba estar vacía actualmente.
Sus padres deben de estar trabajando. ¿O quizás ahora que desperté fueron a decirle a alguien sobre mi…?
El par tuvo que salir cuando Mitsuha expresó deseos de ir al baño. ¿Afuera, en serio? Rayos, realmente estamos en el infierno. Había deducido todo esto, pero estaba lejos de lo que había imaginado. No había nada en el área además de unas cuantas cabañas más—casas, quiso decir—hechas de troncos de madera apenas procesados.
Si tuviera que adivinar de dónde vino el término “los palos”, sería de aquí, murmuró para sí misma. Además, uhm, ¿Dónde están las lámparas y los postes de energía? Oh, entiendo, hacen que este lugar parezca escénico y hogareño usando cables subterráneos, ¿Cierto? ¡Ugh, cómo sí! Parecía que tendría que encontrar una manera de llegar a la ciudad más cercana, después de todo.
Luego de regresar al interior, Mitsuha volvió a sus intentos de comunicación. La <<conversación>> fue lenta e incómoda, pero estaba sorprendida de lo mucho que había logrado aprender. Posiblemente se estaba perdiendo de algunos detalles, pero esperaba que no demasiados.
Si había entendido correctamente, esta chica—Colette era su nombre—era sólo una niña que vivía en esta casa con sus padres. Su pueblo era casi autosuficiente, sobreviviendo de industrias simples como la agricultura, la silvicultura y la caza. Y como dijo antes, Colette había sido quién había descubierto a Mitsuha inconsciente en el camino y había llamado por ayuda. Luego de eso, Colette la había cuidado, secando su sudor, manteniéndola hidratada y—
Espera, ¡Literalmente es mi salvadora! Mitsuha realizó e impulsivamente estrujó a la niña en un fuerte abrazo. Colette rió un poco y le correspondió el abrazo. Sintiéndose en peligro, Mitsuha la empujó lejos. Siempre había sido rápida al reaccionar, especialmente cuando se trataba de cuestiones de vida o muerte. Pero en cuanto se sentó ahí, sintiéndose de alguna manera victoriosa, la cara anonadada de Colette comenzó a arrugarse en lágrimas.
¡Oh no! Mitsuha trató desesperadamente de disculparse y contentarla nuevamente. Colette eventualmente la perdonó, aún si parecía resentida por lo que había hecho. ¡Muy bien Mitsuha! ¡Realmente metiste la pata! Pero en cuanto los padres de Colette regresaron, ella volvió a la normalidad. Fiuf.
Ahora que los padres estaban en casa, Mitsuha intentó comunicarse con ellos. Después de todo, no había mucho que pudiera aprender de una niña de ocho años. Si, se había equivocado acerca de la edad de Colette; había pensado que la chica tenía diez al principio, pero descubrió que tenía dos años menos. Fue una sorpresa para ella, y sintió que la chica era bastante madura para su edad. ¡Esa es mi salvadora!
Desafortunadamente, los intentos de Mitsuha de conseguir información adicional de los padres de Colette resultaron ser decepcionantes. Aparentemente habían estado afuera trabajando en su granja, no contándole a nadie sobre ella. No era como si los viera como villanos que la mantenían cautiva; ellos simplemente no habían considerado reportarla a las autoridades.
De cualquier forma, Mitsuha estaba más que agradecida por la comida y hospitalidad que le habían proveído. En peor compañía, ella pudo haber sido vendida a traficantes de personas y usada como esclava. Considerando todo esto, ella sintió que sus anfitriones eran buenas personas y que la habían tratado favorablemente. Lo que realmente la decepcionó, pensó, era que no había sabido nada más de ellos más que lo que había obtenido de su hija.
Pese a que había una barrera de lenguaje, Mitsuha había evolucionado su método de comunicación de gestos a dibujos. Aun así todo lo que aprendió fue que la inteligencia de la pareja parecía estar al mismo nivel que el de Colette. ¿Acaso era la niña una especie de prodigio o sus padres eran un poco, bueno, desafortunados en ese aspecto?
Mitsuha dibujó un mapa del mundo simple y trató de pedirles que señalaran su ubicación, pero parecía que ellos no podían ni leer el mapa. No soy tan mala dibujando, ¿Verdad? También había pretendido que ellos usaran el teléfono, pero ellos simplemente inclinaron sus cabezas en confusión. Mitsuha asumió que estaban atrapados en la era más primitiva, una privada de dispositivos con botones presionables, así que cambió sus gestos para simular un teléfono de disco, con sonidos chistosos y todo. Ciertamente estaba dando su mejor esfuerzo. Espera, ¡¿Qué pasa con los aplausos?! ¡No soy un mimo, maldita sea!
Y así fue como se dio por vencida. Mitsuha decidió quedarse con la familia de Colette, ayudando en la casa hasta que se hubiera recuperado por completo. Entonces empacar algunas raciones y buscaría la ciudad. Entonces les enviaré mis agradecimientos cuando vuelva a Japón. ¡No tengo más opciones!

 

[1] En un sentido informal, munchkin se refiere a una persona de baja estatura o un niño, especialmente uno atractivoun

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